Antes de empezar el año lectivo, cuando se van terminando las vacaciones, me gusta sentarme por la mañana en el living de mi casa con un infaltable mate a programar las actividades de mis cursos. Como todavía hace calor, abro la puerta que da al patio para que la corriente de aire me traiga los últimos olores del verano porteño que se está yendo y, manual en mano, me dispongo a viajar con la imaginación. Calaf, mi gato, aprovecha para escabullirse y salta a la terraza en donde se pierde entre los jardines y las medianeras de las casas vecinas.
Como los libros de idioma están ilustrados con imágenes que, en general, suelen ser bastante atractivas visualmente, hay un punto en el que, lo confieso, dejo de pensar en los contenidos y paso por la puerta de la imaginación a través de las fotos en donde me gusta detenerme sin apuros del mismo modo que a mi gato le gusta puntuar sus prolongadas excursiones con algunas pausas echado al sol.
¿Qué ví en ese momento? Fotos de distintos diarios, un estudio de televisión listo para transmitir la emisión del día, la foto de un hombre que fue golpeado con una salchicha congelada mientras manejaba, unos actores saludando tras recibir un premio en el festival de Cannes, celebridades en la tapa de revistas, etc. Todos hablaban, algunos para quejarse o hacer una denuncia, otros para agradecer y otros para contarnos las últimas vacaciones en alguna isla o mostrarnos sus casas que adquirieron a precios exorbitantes… bueno, en realidad ellos no decían nada, es lo que me imaginaba yo cuando veía las fotos. Entonces me dije : ¡Hay que entrevistar a esta gente! ¡Vamos a hacerlos salir de las fotos y los vamos a llevar a las pantallas!
Como en el CNBA dicto 4º y 5º año, tengo la oportunidad de trabajar con alumnos con los que ya transitamos una buena parte de camino y cuando a alguien, como yo, no le gusta dejar cosas en el tintero, esto tiene sus ventajas.
Y digo que tiene sus ventajas porque a finales del año pasado había hecho una encuesta para que los alumnos de 4º pudieran decir si creían haber avanzado, qué cosas les quedaban por mejorar o que objetivos nuevos habían agregado al recorrido que se avecinaba. Si bien el resultado de la encuesta fue bastante satisfactorio en general, la clase fue unánime a la hora de señalar un vacío en la cursada: las lecturas. En efecto, un año un poco agitado institucionalmente me había obligado a sacrificar varias de las lecturas que estaban previstas. Tal vez, empujado por el prejuicio general del que muchos somos presa, me tranquilicé pensando que mis estudiantes no iban a echar de menos esa instancia, pero no: casi todos manifestaban haberse quedado con ganas de leer más. Estarán de acuerdo conmigo en que en épocas en las que es tan frecuente escuchar cosas como “A los chicos ya no les gusta leer”, “La computadora va a acabar con la lectura” y otras tantas quejas cuyo fundamento es, a mi criterio, bastante dudoso, el pedido que se me hacía no podía bajo ningún punto de vista ser desoído. Era necesario recoger el guante.
Me cebé un mate y agradecí, internamente, la posibilidad de poder satisfacer esa demanda en este año que me tocaba emprender y, ya que no hacía mucho Jean-Marie Le Clézio había sido galardonado con el premio Nobel, pensé en proponerles a mis alumnos analizar algunas de sus nouvelles, género que está emparentado con el fait divers y que, como es obvio, nos iba a permitir faire d’une pierre deux coups.
Una vez analizadas las nouvelles, confrontadas y comparadas con los faits divers desde su estructura, sus características temáticas, sintácticas y de estilo, iba a ser necesario transformar a nuestros lectores en periodistas de una redacción para que, en grupos de trabajo, pudieran acceder a la experiencia de redactar su propio fait divers o su testimonio policial. Tenía que ser algo divertido, algo que invitara a escribir. Tengo la suerte de tener un hermano dibujante que está al tanto de todas las novedades en materia de cortos animados y su Facebook suele ser un mar lleno de curiosidades en el que si uno se mete, red en mano, tiene grandes chances de salir con una pesca abundante de materiales insólitos y altamente divertidos.
Me imaginé a los estudiantes eligiendo el corto con el que iban a trabajar y redactando su fait divers que, como el de cualquier periodista que somete un artículo a los ojos de su editor, esperaría seguramente ser aprobado y publicado en una revista. Finalmente, como los sucesos que tienen lugar a diario en nuestra sociedad suelen formar parte de la programación de distintos medios, no debía de extrañarnos el hecho de verlos transmitidos a la noche por la televisión, en algún noticiero local.
Escuché un ruido a mi derecha que me sacó de mi viaje a través de la imaginación. Calaf estaba trepado a la ventana y rasguñaba el vidrio para que lo dejara entrar.
Y digo que tiene sus ventajas porque a finales del año pasado había hecho una encuesta para que los alumnos de 4º pudieran decir si creían haber avanzado, qué cosas les quedaban por mejorar o que objetivos nuevos habían agregado al recorrido que se avecinaba. Si bien el resultado de la encuesta fue bastante satisfactorio en general, la clase fue unánime a la hora de señalar un vacío en la cursada: las lecturas. En efecto, un año un poco agitado institucionalmente me había obligado a sacrificar varias de las lecturas que estaban previstas. Tal vez, empujado por el prejuicio general del que muchos somos presa, me tranquilicé pensando que mis estudiantes no iban a echar de menos esa instancia, pero no: casi todos manifestaban haberse quedado con ganas de leer más. Estarán de acuerdo conmigo en que en épocas en las que es tan frecuente escuchar cosas como “A los chicos ya no les gusta leer”, “La computadora va a acabar con la lectura” y otras tantas quejas cuyo fundamento es, a mi criterio, bastante dudoso, el pedido que se me hacía no podía bajo ningún punto de vista ser desoído. Era necesario recoger el guante.
Me cebé un mate y agradecí, internamente, la posibilidad de poder satisfacer esa demanda en este año que me tocaba emprender y, ya que no hacía mucho Jean-Marie Le Clézio había sido galardonado con el premio Nobel, pensé en proponerles a mis alumnos analizar algunas de sus nouvelles, género que está emparentado con el fait divers y que, como es obvio, nos iba a permitir faire d’une pierre deux coups.
Una vez analizadas las nouvelles, confrontadas y comparadas con los faits divers desde su estructura, sus características temáticas, sintácticas y de estilo, iba a ser necesario transformar a nuestros lectores en periodistas de una redacción para que, en grupos de trabajo, pudieran acceder a la experiencia de redactar su propio fait divers o su testimonio policial. Tenía que ser algo divertido, algo que invitara a escribir. Tengo la suerte de tener un hermano dibujante que está al tanto de todas las novedades en materia de cortos animados y su Facebook suele ser un mar lleno de curiosidades en el que si uno se mete, red en mano, tiene grandes chances de salir con una pesca abundante de materiales insólitos y altamente divertidos.
Me imaginé a los estudiantes eligiendo el corto con el que iban a trabajar y redactando su fait divers que, como el de cualquier periodista que somete un artículo a los ojos de su editor, esperaría seguramente ser aprobado y publicado en una revista. Finalmente, como los sucesos que tienen lugar a diario en nuestra sociedad suelen formar parte de la programación de distintos medios, no debía de extrañarnos el hecho de verlos transmitidos a la noche por la televisión, en algún noticiero local.
Escuché un ruido a mi derecha que me sacó de mi viaje a través de la imaginación. Calaf estaba trepado a la ventana y rasguñaba el vidrio para que lo dejara entrar.
De vuelta a mis asuntos, me dispuse a navegar por Internet con el fin de crear toda la estructura que este equipo de redacción de 30 "periodistas", cuyo objetivo final sería la publicación de una serie de artículos y la realización de un flash informativo para una cadena televisiva local imaginaria, iba a necesitar para llevar adelante su tarea.
Y así se organizó el trabajo que, como ya dije, nos acompañó durante el primer cuatrimestre : el colegio cuenta con una plataforma de e-learning gratuita, Moodle, que junto con el espacio del aula, nos hizo las veces de oficina de redacción. Allí los alumnos intercambiaron ideas en los foros, consultaron material impreso y realizaron actividades que les permitíeron mejorar su gramática, su léxico, su estilo y subíeron sus producciones parciales para recibir comentarios o ser reorientados en la tarea.
Al mes y medio de trabajo, los faits divers estaban redactados, corregidos y listos para ser publicados en una revista on line, "La revue du CNBA", en la que abrí un espacio con el fin de que las producciones pudieran tener una difusión que fuera más allá del aula.
En las últimas semanas del trimestre, conforme avanzábamos con nuestro programa, los alumnos-periodistas fueron resumiendo sus faits divers y crearon en el aula, por grupos, un testimonio (víctima/testigo-periodista) y una crítica cinematográfica que pasarían a formar parte del tríptico que se iba a presentar en los flashes informativos que tendrían su difusión a través de youtube, mediashare o facebook y de los que aquí tenemos un ejemplo
.
Nos queda por ver el tema de la evaluación y los resultados que dejó esta actividad en términos de logros y de aspectos por mejorar, así como una reflexión sobre la difusión que se le reservó y los alcances que tuvo, pero eso queda para la próxima vez que nos encontremos.
Y así se organizó el trabajo que, como ya dije, nos acompañó durante el primer cuatrimestre : el colegio cuenta con una plataforma de e-learning gratuita, Moodle, que junto con el espacio del aula, nos hizo las veces de oficina de redacción. Allí los alumnos intercambiaron ideas en los foros, consultaron material impreso y realizaron actividades que les permitíeron mejorar su gramática, su léxico, su estilo y subíeron sus producciones parciales para recibir comentarios o ser reorientados en la tarea.
Al mes y medio de trabajo, los faits divers estaban redactados, corregidos y listos para ser publicados en una revista on line, "La revue du CNBA", en la que abrí un espacio con el fin de que las producciones pudieran tener una difusión que fuera más allá del aula.
En las últimas semanas del trimestre, conforme avanzábamos con nuestro programa, los alumnos-periodistas fueron resumiendo sus faits divers y crearon en el aula, por grupos, un testimonio (víctima/testigo-periodista) y una crítica cinematográfica que pasarían a formar parte del tríptico que se iba a presentar en los flashes informativos que tendrían su difusión a través de youtube, mediashare o facebook y de los que aquí tenemos un ejemplo
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Nos queda por ver el tema de la evaluación y los resultados que dejó esta actividad en términos de logros y de aspectos por mejorar, así como una reflexión sobre la difusión que se le reservó y los alcances que tuvo, pero eso queda para la próxima vez que nos encontremos.
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