viernes, 29 de octubre de 2010

Fotonovelas en 3º

Desde hace cinco años que trabajo en la ESC Carlos Pellegrini, no he tenido un solo curso con el que no haya lamentado profundamente que los años tengan solamente 365 días. En términos académicos y humanos siempre me sentí muy cómodo tanto cuando trabajaba con los más chicos en primer año, como cuando me asignaron los últimos años de la cursada. De todos me han quedado recuerdos maravillosos y muchos afectos que han perdurado más allá del tiempo (y el espacio, gracias a Facebook).
Sí, creo que el afecto es un elemento muy importante del trabajo del docente que lo distingue de muchos otros trabajos. El afecto que nace en sus grupos de alumnos y alumnas con los que conforma un equipo, todos avanzando hacia un objetivo en común, cada uno con sus características, sus potenciales, sus objetivos por alcanzar a lo largo de esa travesía en la que nos embarcamos todos algún día hacia finales del mes de marzo. Tranquilos, no me estoy poniendo melancólico, todavía quedan unas semanas de clases más antes de que se termine el 2010.
El inicio de este año, en 3º 5ª, fue un poco particular. Creo que al principio me miraban con cara de “¡Uy! ¿Quién nos mandó a este profesor?” No sé cuán irreales o no podrían resultarles las ideas que yo les proponía para este año -en caso de que ellos aceptaran acompañarme- y es cierto que los comienzos fueron un poco difíciles. Sin embargo el grupo demostró unas condiciones fabulosas para sobreponerse a todo tipo de problemas y por sobre todo, demostraron que pueden incluir la creatividad en su trabajo, que pueden ir más allá de unas cuantas reglas teóricas y, hasta ahora por lo menos, que se puede aprender, y mucho, creando y trabajando en equipo, en ese gran equipo en el que yo también me siento incluído y comprometido. Lograron algo que para mí es muy importante (porque los docentes también necesitamos motivación como cualquier otro ser humano): que esté esperando  que lleguen los días de cada uno de nuestros encuentros en el aula del colegio.
Una actividad que a mí me divierte mucho y espero que a ellos también, es la fotonovela que hacemos a fin de año en torno a alguno de los temas que trabajamos durante la cursada. Por una parte, es una buena ocasión para repasar los contenidos de los trimestres anteriores, pero por sobre todo, es una buena ocasión para poder compartir lo adquirido durante el año, para colaborar ya sea leyendo, redactando, interpretando roles, cooperando para la creación de una obra común. Aquí están las historias de estos chicos y chicas con los que, de a poco, vamos llegando al final de nuestro recorrido. Empezamos por dos policiales a lo Agatha Christie :)






Seguimos con esta presentación que además de poner en escena a unos futuros actores y actrices, parece que le alegró un rato de la tarde a la gente que esperaba en las escaleras del Museo de Bellas artes xD.



Cuatro presentaciones con "policías actores" y extras que nos presentan a turistas perdidos en nuestra gran ciudad. Parece que para hacer el power point, estos chicos y chicas recorrieron bastante.  :-)











Y por último, unas amigas se reúnen para cenar, pero tienen una serie de inconvenientes : S

sábado, 23 de octubre de 2010

Un jardín de senderos que se bifurcan

En esta época que nos toca vivir, la tecnología está muy presente a la hora de hablar de educación: planes de gobierno, computadoras, celulares, cámaras de video, internet y compañía son en muchos casos el tema de conversación. En muchos, pero no en todos. A veces el tema  se silencia como si así se pudiera conjurar la avanzada tecnológica que parece rodearnos por todas partes.
La casualidad que lleva a los seres humanos a estar en un determinado momento en un lugar y no en otro, me permitió en lo que va de este año participar en ciertas conversaciones que me proveyeron de algunas anecdotas sobre las cuales reflexionar.



1. -Ladran, Sancho … -¿Ah, si? No escuché nada.

Voy el fin de semana a almorzar a casa de una amiga maestra que hace mucho que no veo y que me prometió sus antológicas empanadas. Luego de las consabidas frases de bienvenida, nos vamos a la cocina para ponernos al día de las cuestiones familiares, laborales, etc. Todo está aceptablemente bien salvo Ariel, el hijo mayor que no viene muy bien en el colegio y se la pasa todo el tiempo en la computadora : internet, facebook, videojuegos, música en youtube. Si le sirviera para Música, pero hasta esa la tiene baja! se lamenta la madre. Enfin, una tragedia sobre todo porque Ariel, es un chico inteligente. Se le racionó el acceso a la computadora, pero la situación en el colegio no había cambiado mucho hasta el momento.
Más tarde, en la mesa, mientras nos preparábamos para unas empanadas caseras que parecían capaces de borrar las penas de cualquier mortal, le pregunto a Arielito si está leyendo algo “piola” en este momento. “El Quijote, en el colegio. Un embole ”. Le pregunté si conocía la propuesta de la Real Academia española que junto con You Tube había lanzado una iniciativa, todavía vigente, en pos de reunir a todos los hispanohablantes del mundo que quisieran prestar su voz y su imagen para la mayor lectura universal del Quijote de todos los tiempos (un poco de hipérbole no viene mal para generar entusiasmo). Me dijo que no, pero me prometió que se iba a fijar.
La conversación me quedó dando vueltas en la cabeza y en la primera clase que tuve en la semana con mis alumnos les pregunté si habían oído de tal iniciativa. ¡Ninguno de mis 150 alumnos del secundario había oido hablar del Quijote de YouTube!



2. Saber dar a cada cosa su oportunidad

Hace unos meses me tocó cursar con el profesor Alejandro Piscitelli que nos anunció que iba a usar Twitter durante su seminario, así que si uno quería estar al tanto de lo que pasaba más allá del espacio de la clase (y a veces en la misma clase), era aconsejable tener un usuario en este servicio.
Como nunca había usado Twitter y como soy un poco protestón por naturaleza, confieso que, al comienzo me quejé internamente por tener que aprender en ese momento del año una aplicación nueva más y, como al principio no la encontré muy amigable, más todavía por tener que acordarme de encender un programa que, una vez terminado el seminario, no me iba a servir más que para intercambiar una o dos cosas con alguno que otro amigo.
Pasaron un par de clases y Alejandro Piscitelli se puso a explicar un tema bastante interesante y complejo en el que mechaba bibliografía de diversos autores y proyectaba secuencias de video. Yo, en mi afán de entender y seguir un tema en el que no era muy versado, había dejado de anotar desde hacía un rato para poder ser todo oídos y concentrarme en lo que escuchaba, ya me las arreglaría después para conseguir las notas. En medio de una de esas explicaciones, veo a Sol (una chica de unos 25 años), mi compañera de al lado  con su netbook en el regazo y con Twitter en pantalla twitteando a una velocidad que daba vértigo. Pensé :“No entiende y se aburre. Está muy perdida y se puso a twittear con los amigos”. En tren de bromas, me inclino discretamente y le digo al oído con voz seria: “Alumna, ¿qué hace twitteando con sus amigos en medio de la clase?" La respuesta me dejó perplejo: "No estoy twitteando, me contesta, estoy poniendo los puntos más importantes de lo que el profesor va diciendo y lo voy enlazando con videos que encuentro en youtube o con imágenes de Google para que todos lo podamos leer al llegar a casa". Jamás se me hubiera ocurrido.
De más está decir que esa noche, pude releer las notas de la tarde gracias a Sol y a Twitter que, dicho sea de paso, desde aquel día, me demostró tener algunas ventajas más que la de intercambiar una o dos cosas con alguno que otro amigo.


3. El miedo juega a la escondida detrás de los prejuicios.

Dado que algunas de las actividades con uso de tecnologías que les propongo a mis alumnos requieren un gran esfuerzo en tiempo y energía para ellos y para mí, a principio de año, empecé a plantearme la necesidad de darles una difusión que fuera más allá del aula.
Se me ocurrió crear un grupo facebook que pudiera contener links, videos, imágenes y por sobre todo comentarios de otros alumnos, docentes, familiares, de los usuarios en general sobre el trabajo de mis estudiantes.
Le di cauce a la idea y empecé a difundir personalmente y por mail entre mis colegas el grupo facebook de marras. Fue cuando me di cuenta de un problema: muy pocos colegas tenía facebook. Algunos argumentaban problemas de tiempo, otros falta de interés por un entorno que consideraban superficial, en algunos casos demostraban una verdadera fobia que hacia que reaccionaran ante mi propuesta como si les hubiera propuesto unirse a una red de contrabando. Una de las respuestas que obtuve de un colega fue que Facebook solo servía para concertar encuentros y que por eso el no estaba interesado en tener una cuenta. Argumenté que todo dependía del uso que uno decidía hacer y que me parecía que también podía servir para difundir las actividades que hacíamos en nuestras aulas, dar ideas a otros colegas, intercambiar pareceres … me detuvo en el ímpetu discursivo un contundente “Debe haber otras maneras de difundir los trabajos de los alumnos”.
Como verán, es por todo esto que hoy me están leyendo en un blog.

4. Paradojas

Hace algunas semanas, se empezó a hablar en uno de los seminarios que curso del aprendizaje a través de casos y problemas. Me interesó la propuesta y rápidamente me puse a investigar y a hacer algunas tentativas para poner en práctica con mis alumnos. Como creí entender (por mi amiga maestra, por mis jóvenes compañeros de estudio y por mis propios alumnos) que twitter, facebook, y las redes sociales en general les interesaban a los adolescentes, me puse a trabajar en un caso en el que el objetivo final era crear el grupo facebook de una pequeña revista local que corría a la quiebra económica por no haber actualizado nunca sus modos de difusión desde hacía más de una década. Difundí dicha idea por facebook comentando a que grupo de alumnos lo stinaba y ya en la primera clase tenía unos cuantos interesados en la actividad que me pedían más detalles. Ante tal entusiasmo, me encargué de reservar el laboratorio de informática para llevar a cabo el proyecto, pero, me encontré con una sorpresa inesperada : facebook está bloqueado por un filtro y no se puede usar así como también lo están otras redes sociales y Youtube. Conclusión: tengo dos semanas para ver cómo modifico mi proyecto que va a perder una de las cosas que me parecía que tenía de más motivador: la posibilidad de trabajar con un entorno que mis alumnos conocen y frecuentan y ampliar sus posibilidades de uso.


Repasemos entonces algunas cosas: las redes sociales les interesan a los adolescentes, los adolescentes están en las redes sociales, organizan actividades, intercambian permanentemente informaciones, material, etc. Las escuelas (las que yo conozco por lo menos) filtran las redes sociales.
 ¿Será verdad que si no estuvieran filtradas los alumnos se pondrían a chatear o a mirar las fotos de las últimas vacaciones? también podría darse que le encuentren aspectos que pudieran aliarse con el aprendizaje si uno se los muestra. ¿No sería mejor pensar en actividades suficientemente potentes y motivadoras con dichas redes sociales en vez de censurarlas?
Creo que el prejuicio y la censura son y han sido siempre una expresión del miedo; miedo a lo que no se conoce, miedo a perder un ideal de poder, de control, pero siempre, detrás, el miedo. Tal vez sea más fácil censurar las redes sociales ante el temor de no saber cómo usarlas como herramientas en un aula que ponerse a pensar cómo trabajar con ellas.
Creo que en una época en la que se habla de la conectividad, de conectar, de conexión y otras tantas palabras de esta familia, nos estamos olvidando de la conexión más importante: la que cada uno de nosotros establece con sus alumnos en virtud de esa vocación que hace que estemos trabajando con ellos en un aula, enseñando (no sólo para el aquí y ahora sino con perspectivas a un futuro), compartiendo cosas que nos apasionan y no en cualquier otro ámbito haciendo una actividad diferente para ganarnos la vida. Ese intercambio implica, creo yo, la construcción de una comunidad de intereses entre alumnos y docentes. Puesto que trabajamos todo el tiempo intentando crear pasarelas desde ellos hacia nosotros y desde nosotros hacia ellos, no podemos pensar nuestra actividad dandole la espalda al universo que nuestros alumnos -y hoy internet y las redes sociales,  a título de ejemplo, forman parte de ese universo –frecuentan. Quizás, pensar de qué manera integrarlos sea el mejor modo de poder seguir construyendo y avanzando juntos.

martes, 19 de octubre de 2010

Diseño de actividades

¿A la hora de diseñar actividades cuáles son los ingredientes infaltables a tener en cuenta ?

domingo, 17 de octubre de 2010

¡A iniciar la revolución del aprendizaje!



"The dogmas of the quiet past, are inadequate to the stormy present. The occasion is piled high with difficulty, and we must rise — with the occasion. As our case is new, so we must think anew, and act anew. We must disenthrall ourselves, and then we shall save our country". Abraham Lincoln, 1/12/1862.

De todas las Ted talks que escuché hasta ahora, unas de las que más me gustan son las de Sir Ken Robinson por la manera que tiene de reunir anécdotas con citas de una potencia descalabrante que él sabe muy bien hilar en sus argumentos y por sobretodo mucho humor a la hora de hablar de estas cosas que tanto nos preocupan en el ámbito de la educación. Los dejo con él y espero que lo disfruten tanto como yo.

viernes, 15 de octubre de 2010

Postales desde los cuatro puntos cardinales

1er año es una etapa en la que los progresos de los alumnos son más impactantes. Empiezan sabiendo muy pocas cosas (a veces no tuvieron contacto con el francés) y se van haciendo poco a poco a lo largo del año un pequeño nivel que les permite realizar intercambios sencillos tanto en lo oral como en lo escrito.
Esta semana que pasó, fue en el CNBA semana de receso; es cuando se hacen los viajes de estudio: Mendoza, Tilcara, Bariloche, etc. Ya que muchos nos quedábamos acá y como para todos, en definitiva, esta pausa representa una pequeña vacación que nos da un respiro antes de emprender la última etapa del año, les propuse a mis alumnos de primer año -siguiendo con lo que estábamos viendo en el programa- redactar postales imaginando que estábamos en algún lugar que nos gustaba particularmente.
Les propuse a trabajar de a dos y usamos el sitio de TV5 que permite hacer unas postales asaz divertidas si uno se las ingenia para combinar los elementos que dicho sitio pone al alcance de la mano.
Una vez que me mandaron sus postales, me sumé a la iniciativa y les mandé una yo a ellos, para que vieran que no eran los únicos que se habían podido ir de vacaciones (con la imaginación) J


jueves, 14 de octubre de 2010

Ideando y experimentando

"Un maestro que puede ser reemplazado por una máquina debería serlo" Arthur C. Clarke

Entre las idas y venidas, correcciones y demás momentos agitados de la vida profesional, me gusta de tanto en tanto detenerme a escuchar cómo otras personas que trabajan con tecnología para la educación usan su creatividad con el fin de ayudar a generar cambios. Entonces me siento en el auditorio en donde tienen lugar las TED talks y arrellanado en una butaca imaginaria, escucho con atención a los que, en todas partes del mundo, contribuyen con sus ideas y sus ganas de hacer cambiar las cosas. Como Sugata Mitra y su "experimento" de la computadora empotrada en una pared, como él lo llama.   



martes, 12 de octubre de 2010

Tiempo, esfuerzo y dinero



Nunca fui bueno para la materias del área de Exactas ni para los negocios. Para darles un ejemplo, cuando entro a 4º año del CNBA, después de la clase de matemáticas, me quedo extasiado ante ese pizarrón lleno de fórmulas que Claudia, la profesora, dispone con una prolijidad de escriba. Mientras mis alumnos guardan sus últimas anotaciones sobre vectores (de eso me explicaron que se trataba la última vez) y se disponen a empezar mi clase, yo me quedo contemplando la profusión de signos sobre el pizarrón con el respeto con el que un neófito en arqueología se para frente a un muro constelado de jeroglíficos que acaba de descubrir de pura casualidad en una tumba perdida en medio del desierto. Agarro el borrador y, como un bárbaro que le asesta un martillazo a una estatua renacentista, horresco referens, cierro los ojos y arremeto con las y, las x, las potencias y las raíces cuadradas, reduciendolas a una fina lluvia de cal.
Tal vez por este hecho de que las ciencias exactas no son “my cup of tea” (¡tuve poquísimos buenos profesores como Claudia!), les guardo tanto respeto y, tal vez, también por eso, me orienté hacia los idiomas y las letras.

1-Impartir vs celebrar

Cuando cuento con entusiasmo alguna actividad con TICs que se me acaba de ocurrir o que estoy implementando en algún curso, una de las objeciones que se abate sobre mi cabeza con más frecuencia es “Ah, pero eso te lleva mucho tiempo. ¿Quién te lo paga?”. Como dije, las matemáticas y los negocios no son lo mío (lo reconozco con pesar) y frecuentemente me quedo sin palabras, medio desconcertado ante una pregunta que no suelo hacerme y que me agarra siempre desprevenido. Me siento como aquel que viene a anunciar que está organizando una fiesta y cuando dice “Venite, va a ser en tal lado, invité a tanta gente, vamos a poner tal música y a hacer tales actividades, está bueno” el otro le dice “pero cuánto te lleva organizar todo eso? ¿vas a tener fuerza para festejar después? ¿Vos vas a lavar y a ordenar todo?
Ya hice anteriormente esta comparación que suscitará con seguridad gran desacuerdo (pueden tomarlo como algo muy personal), pero en el fondo yo sigo sintiendo que la clase es un momento que se celebra. Se celebra el (re)encuentro con personas que uno ve con mucha frecuencia y con las que comparte aquello que le gusta (y espera hacer que le guste a ellos); para eso pasa tiempo preparando actividades que trae y que espera realizar en común, espera despertar curiosidad, interés, alegría (en ocasiones organiza alguna actividad lúdica) y finalmente, espera que lo que haya pasado en ese encuentro quede en la memoria de los asistentes, si no en su totalidad, por lo menos los momentos claves de dicho encuentro. Por esto mismo digo que no puedo dejar de ver la clase como un momento que debe ser celebrado y no impartido. De acuerdo, algunos me dirán que los alumnos  están obligados a asistir, pero creo que se puede hacer mucho para que pasen de la categoría de “público cautivo”, como se los suele denominar, a la de “invitados” a participar.

2-La máquina del tiempo

Volviendo al tema de las actividades que implican el uso de TICs, del tiempo que insumen y del esfuerzo que significan, me puse a pensar por qué la pregunta que me hacen colegas y amigos me agarra siempre desprevenido puesto que ya hace varios años que trabajo en esta dirección. Como siempre, hago un salto hacia el pasado y me voy a mis comienzos allá por la década del 90 cuando las computadoras, Internet, las plataformas virtuales y todo lo que tenemos hoy para aplicar a nuestro trabajo eran para mí desprendimientos de un relato de ciencia ficción. Me veo preparando clases al igual que lo hago hoy en día, creando actividades, ideando estrategias para mis alumnos. Todo eso me llevaba mucho tiempo de reflexión, de búsqueda y selección de material, de redacción, etc .
Lo que no me muestra esa visión del pasado es gente diciendome “Ah, pero eso te lleva mucho tiempo. ¿Quién te lo paga?”. Era así para todos por igual y, diferencias más diferencias menos, todos preparábamos nuestras clases de ese modo y lo hacíamos (quiero creer) contentos, sin mirar el minuto más o menos que nos llevaba la puesta en marcha de una actividad nueva que decidíamos lanzar por primera vez en un afán de innovar. 

3- Recompensas

Las TICs con su rápido avance produjeron, en general, cambios enormes en nuestra sociedad y la escuela junto con sus prácticas no están por fuera de eso.
Para mí, que empecé a incorporar las TICs a mis clases a partir del año ’97 aproximadamente, fue como mudarme de casa. Cuando en la vida me tocó una mudanza, las primeras semanas tenía todos los materiales con los que trabajo en cajas de cartón. De a poco los sacaba y los iba poniendo en lugares provisorios hasta que tenía la ocasión  de volver a rearmar el orden que tenían en la casa anterior (nunca me mudé en vacaciones que es cuando uno tiene todo el tiempo del mundo).
En esos primeros momentos, hasta que se logra reubicar todo, cuesta encontrar las cosas, uno las tiene delante de las narices pero no las ve, otras están perdidas en alguna caja todavía cerrada y entonces se tarda más de lo normal en preparar una clase, ni qué hablar de querer darle curso a una idea que justo se puso a germinar en ese instante en el que nada está a mano y el entorno nuevo no nos es del todo familiar.
Así sentí mi comienzo con las TICs, todo llevaba un poco más de tiempo, pero es hasta que uno acomoda las ideas y genera nuevos hábitos. Nunca me pregunté ¿Para qué me habré metido en esto que me lleva más tiempo que lo que hacía antes? Del mismo modo que nunca se me hubiera ocurrido preguntarme ¿Para qué me habré mudado si en la otra casa tenía todo ordenado y en su lugar?
Con respecto a si me pagan o no el tiempo extra, diría que antes nadie me pagaba el tiempo extra por preparar una clase sobre papel, o, si alguno prefiere, lo que me pagaban incluía el tiempo de preparación. En cualquier caso, si bien considero firmemente que el cambio hacia las TICs requiere capacitación, tiempo y, por supuesto, reconocimiento, también creo que para saber qué estamos dispuestos a hacer y qué no, cómo lo vamos a hacer y cómo no, tenemos que estar inmersos en la cuestión y saber de qué se trata, para reflexionar mejor sobre sus implicancias y sobre nuestras demandas.
Voy a ser muy sincero, y voy a reconocer que hay una respuesta que me viene a la cabeza cuándo me preguntan quién me paga el trabajo que hago con las TICs, pero que no esbozo, tal vez por temor a parecer demasiado idealista. Me lo pagan los alumnos cuando a fin de año manifiestan la satisfacción de haber avanzado (a pesar de que quede mucho por hacer); cuando me los encuentro por la calle, egresados ya, y me dicen que siguieron estudiando francés; cuando, como hace poco, una alumna que está estudiando para ser traductora de inglés me contó que los auxiliares “être” y “avoir” de los tiempos compuestos del francés (con los que yo insistía de manera casi obsesiva en clase, con actividades on line, etc) le habían servido para entender la distribución de los verbos transitivos e intransitivos en inglés desde una perspectiva gramatical particular que estaba estudiando; cuando otros recuerdan los trabajos que hacían en la plataforma virtual en grupos y cómo se divertían a la hora de estudiar, cuando me cuentan con orgullo que en tal viaje pudieron hablar con francoparlantes sin pasar por el inglés o que les hicieron de “intérpretes” a los padres y hermanos …
A la hora de pensar el esfuerzo que representa la actividad docente (para mí como para todos ustedes e independientemente de la tecnología que usemos) son las anécdotas de este tipo que me vienen a la cabeza y que hacen que sienta que hice bien en haber elegido el camino que elegí con sus mudanzas y todo. No los voy a aburrir con los ejemplos de esos pequeños grandes momentos que hacen que uno sienta que todo el esfuerzo valió la pena, ustedes seguramente también los conocen y a lo largo de una carrera se llegan a sumar miles…
Mientras esperamos que la integración de las TICs a las escuelas se siga organizando y contribuimos con la reflexión (y por qué no la práctica) a que sean acompañadas de politicas eficaces que contemplen las necesidades de un nuevo contexto para la educación, con esos miles, yo me siento bien pago.   

domingo, 10 de octubre de 2010

Volando con la imaginación


Antes de empezar el año lectivo, cuando se van terminando las vacaciones, me gusta sentarme por la mañana en el living de mi casa con un infaltable mate a programar las actividades de mis cursos. Como todavía hace calor, abro la puerta que da al patio para que la corriente de aire me traiga los últimos olores del verano porteño que se está yendo y, manual en mano, me dispongo a viajar con la imaginación. Calaf, mi gato, aprovecha para escabullirse y salta a la terraza en donde se pierde entre los jardines y las medianeras de las casas vecinas.


En quinto año del Colegio Nacional de Buenos Aires me tocaba empezar con la prensa y los faits divers. Traducido literalmente, vendría a ser algo así como “hechos diversos”, en general se lo traduce como “sucesos” y se trata de artículos periodísticos que agrupan tanto el policial, como las noticias insólitas del más diverso tipo, de ahí su nombre. Luego venían en el manual, entre otros temas, el testimonio policial, la programación televisiva  y la crítica cinematográfica.
Como los libros de idioma están ilustrados con imágenes que, en general, suelen ser bastante atractivas visualmente, hay un punto en el que, lo confieso, dejo de pensar en los contenidos y paso por la puerta de la imaginación a través de las fotos en donde me gusta detenerme sin apuros del mismo modo que a mi gato le gusta puntuar sus prolongadas excursiones con algunas pausas echado al sol.
¿Qué ví en ese momento? Fotos de distintos diarios, un estudio de televisión listo para transmitir la emisión del día, la foto de un hombre que fue golpeado con una salchicha congelada mientras manejaba, unos actores saludando tras recibir un premio en el festival de Cannes, celebridades en la tapa de revistas, etc. Todos hablaban, algunos para quejarse o hacer una denuncia, otros para agradecer y otros para contarnos las últimas vacaciones en alguna isla o mostrarnos sus casas que adquirieron a precios exorbitantes… bueno, en realidad ellos no decían nada, es lo que me imaginaba yo cuando veía las fotos. Entonces me dije : ¡Hay que entrevistar a esta gente! ¡Vamos a hacerlos salir de las fotos y los vamos a llevar a las pantallas!

Como en el CNBA dicto 4º y 5º año, tengo la oportunidad de trabajar con alumnos con los que ya transitamos una buena parte de camino y cuando a alguien, como yo, no le gusta dejar cosas en el tintero, esto tiene sus ventajas.
Y digo que tiene sus ventajas porque a finales del año pasado había hecho una encuesta para que los alumnos de 4º pudieran decir si creían haber avanzado, qué cosas les quedaban por mejorar o que objetivos nuevos habían agregado al recorrido que se avecinaba. Si bien el resultado de la encuesta fue bastante satisfactorio en general, la clase fue unánime a la hora de señalar un vacío en la cursada: las lecturas. En efecto, un año un poco agitado institucionalmente me había obligado a sacrificar varias de las lecturas que estaban previstas. Tal vez, empujado por el prejuicio general del que muchos somos presa, me tranquilicé pensando que mis estudiantes no iban a echar de menos esa instancia, pero no: casi todos manifestaban haberse quedado con ganas de leer más. Estarán de acuerdo conmigo en que en épocas en las que es tan frecuente escuchar cosas como “A los chicos ya no les gusta leer”, “La computadora va a acabar con la lectura” y otras tantas quejas cuyo fundamento es, a mi criterio, bastante dudoso, el pedido que se me hacía no podía bajo ningún punto de vista ser desoído. Era necesario recoger el guante.

Me cebé un mate y agradecí, internamente, la posibilidad de poder satisfacer esa demanda en este año que me tocaba emprender y, ya que no hacía mucho Jean-Marie Le Clézio había sido galardonado con el premio Nobel, pensé en proponerles a mis alumnos analizar algunas de sus nouvelles, género que está emparentado con el fait divers y que, como es obvio, nos iba a permitir faire d’une pierre deux coups.
Una vez analizadas las nouvelles, confrontadas y comparadas con los faits divers desde su estructura, sus características temáticas, sintácticas y de estilo, iba a ser necesario transformar a nuestros lectores en periodistas de una redacción para que, en grupos de trabajo, pudieran acceder a la experiencia de redactar su propio fait divers o su testimonio policial. Tenía que ser algo divertido, algo que invitara a escribir. Tengo la suerte de tener un hermano dibujante que está al tanto de todas las novedades en materia de cortos animados y su Facebook suele ser un mar lleno de curiosidades en el que si uno se mete, red en mano, tiene grandes chances de salir con una pesca abundante de materiales insólitos y altamente divertidos.
Me imaginé a los estudiantes eligiendo el corto con el que iban a trabajar y redactando su fait divers que, como el de cualquier periodista que somete un artículo a los ojos de su editor, esperaría seguramente ser aprobado y publicado en una revista. Finalmente, como los sucesos que tienen lugar a diario en nuestra sociedad suelen formar parte de la programación de distintos medios, no debía de extrañarnos el hecho de verlos transmitidos a la noche por la televisión, en algún noticiero local.

Escuché un ruido a mi derecha que me sacó de mi viaje a través de la imaginación. Calaf estaba trepado a la ventana y rasguñaba el vidrio para que lo dejara entrar.

De vuelta a mis asuntos, me dispuse a navegar por Internet con el fin de crear toda la estructura que este equipo de redacción de 30 "periodistas", cuyo objetivo final sería la publicación de una serie de artículos y la realización de un flash informativo para una cadena televisiva local imaginaria, iba a necesitar para llevar adelante su tarea.
Y así se organizó el trabajo que, como ya dije, nos acompañó durante el primer cuatrimestre : el colegio cuenta con  una plataforma de e-learning gratuita, Moodle, que junto con el espacio del aula, nos hizo las veces de oficina de redacción. Allí los alumnos intercambiaron ideas en los foros, consultaron material impreso y realizaron actividades que les permitíeron mejorar su gramática, su léxico, su estilo y subíeron sus producciones parciales para recibir comentarios o ser reorientados en la tarea.
Al mes y medio de trabajo, los faits divers estaban redactados, corregidos y listos para ser publicados en una revista on line, "La revue du CNBA", en la que abrí un espacio con el fin de que las producciones pudieran tener una difusión que fuera más allá del aula.
En las últimas semanas del trimestre, conforme avanzábamos con nuestro programa, los alumnos-periodistas fueron resumiendo sus faits divers y crearon en el aula, por grupos, un testimonio (víctima/testigo-periodista) y una crítica cinematográfica que pasarían a formar parte del tríptico que se iba a presentar en los flashes informativos que tendrían su difusión a través de youtube, mediashare o facebook y de los que aquí tenemos un ejemplo

.




Nos queda por ver el tema de la evaluación y los resultados que dejó esta actividad en términos de logros y de aspectos por mejorar, así como una reflexión sobre la difusión que se le reservó y los alcances que tuvo, pero eso queda para la próxima vez que nos encontremos.


Enseñar en quinto año

Muchas veces me tocó, me toca y me tocará escuchar y compartir en la sala de profesores momentos de desasosiego con otros colegas que, como yo, trabajan en quinto año, ese tramo tan temido del colegio secundario. A los alumnos les reprochamos falta de conocimientos, falta de interés, falta de atención, faltas a las clases, en fin, todas las faltas habidas y por haber y ahí, luego de la catarsis pasajera, nos sentimos más aliviados y, tal vez, menos responsables de lo que sucede, de algo que en definitiva es así, siempre fue así y siempre será así : “Son adolescentes y están en quinto”.
No pretendo estar inmunizado contra tales zozobras. Yo también atravesé en estos años por momentos similares a la hora de devanarme los sesos para pensar actividades que convoquen a mis alumnos de quinto año para seguir avanzando, actividades que tuvieron diferentes grado de éxito, pero que nunca fueron un fracaso.

Un ejercicio que me ayuda muchas veces es subirme a la máquina del tiempo, mirar hacia atrás, hacia mis épocas de estudiante y mirarme. Como ya pasaron más de veinte años que dejé el secundario, mis recuerdos son como un viejo álbum al que le faltan algunas hojas, las más débiles, las que estaban mal cosidas, se desprendieron; las fotos que estaban mal pegadas se fueron despegando. A veces encuentro alguna tirada por allí y la vuelvo a poner en el álbum y entonces me miro en acción, me escucho hablar (¡es un álbum multimedia, eh!) y, a partir de lo que veo, trato de entender lo que pasa en mi aula y en mis alumnos hoy.
Recuerdo, por ejemplo, que yo, durante mi secundario, era un alumno bastante aplicado, algo parecido a lo que hoy los chicos llaman nerds, ñoños y que nosotros estigmatizábamos como tragas.
En quinto me llegó la liberación; fue la revancha sobre cuatro años de estudio autodisciplinado, una especie de revolución, de huelga al estudio o por lo menos eso era lo que yo creía. Ya había hecho mucho y ahora sólo quería transitar ese año con tranquilidad y divertirme. No era el único que pensaba así y mis compañeros probablemente se sorprendieron de verme asumir una posición tan contraria a la de años anteriores y tan afin a la suya. Sé que esto parece una excusa pero no lo es.
Sólo los docentes que lograron proponer sus actividades de manera divertida, que lograron repensarlas de dicha manera pudieron contar entre sus filas a muchos de nosotros y, para estos docentes, yo segui siendo el alumno estudioso … claro que ya no era el traga sombrío de la biblioteca sino un traga divertido y que se divertía.
Me parece que el secreto de aquellos docentes estaba en su deseo de compartir y en el hecho de que entendían que la diversión nunca es unidireccional sino multidireccional. Con esto quiero decir que, cuando a uno lo invitan a un cumpleaños, a una fiesta o a una reunión cualquiera, por ejemplo, el anfitrión se divierte con nosotros, si no tuviera la firme convicción de que lo va a pasar bien, probablemente no se tomaría el trabajo de hacer nada. ¿Alguien acaso organizaría una fiesta, reunión o encuentro de cualquier índole en torno a actividades que le son indiferentes pero que propone sólo porque considera que le gustan a los demás? Creo que no o por lo menos si la respuesta es sí, ya podemos saber de antemano que es posible que no estemos muy enganchados y que al cabo de un rato empecemos a mirar con insistencia el reloj para ver cuándo se termina todo.
Pienso que para que una actividad funcione, es capital que tengamos la convicción de que nosotros, los docentes, también formamos parte de ella en su  más profundo sentido en cuanto al “hacer”, que nos vamos a divertir llevandola a cabo y descubriendo todo lo que surge de una propuesta que no lleva implícita en la consigna que damos el resultado de cada uno de sus pasos, sino que deja espacios a la sorpresa, al intercambio, al hallazgo. No se puede, creo yo, pensar en una actividad desde una perspectiva tal como “esto los va a divertir”, “esto les va a gustar”, hay que pensarla en términos de “esto nos va a divertir, “esto nos va a gustar” porque para que la cosa funcione, uno tiene que pensar en definitiva en compartir y en implicarse. En este sentido, podríamos decir que, una vez lanzada y puesta a trabajar, la actividad nos convoca en algunos momentos como anfitriones y, en otros, como invitados.
Tal vez este sea un punto de vista muy personal y no compartido por muchos que ven en el sintagma “aprendizaje divertido” una suerte de incompatibilidad de términos. A mí, me ayudó bastante en estos años y es por esto que voy a compartir con ustedes  en la próxima entrada de este blog algunas de mis experiencias de clase de quinto, pequeñas "fiestas" a las que, en el futuro, me gustaría volver a ser "invitado”.

sábado, 9 de octubre de 2010

Contando cuentos

Divertirse siempre es muy importante cuando se aprende y cuando se enseña. Bueno, por lo menos eso pienso yo. En el verano de 2001, junto a un grupo de alumnas de nivel avanzado muy entusiastas y con ganas de pulir su pronunciación - uno de los aspectos que más cuesta integrar a las clases, a veces por falta de tiempo, otras por exceso de alumnos -decidimos grabar cuentos. Buscamos entre esas historias que habíamos escuchado narrar cuando éramos chicos, escuchamos a otros contarlas y allí, un poco imitando, un poco creando personajes, empezó un trabajo arduo pero muy divertido en el que dimos vida a algunas historias que todos conocen. La primera fue La bella durmiente del bosque en formato audio.




Reunidas en torno a una taza de café, Beatriz, Daniela, Carolina y Jeannette (la bruja de todas nuestras historias) repetían los textos y entre todos buscábamos las entonaciones, discutíamos sobre el espíritu del personaje, los dramatizábamos, los exagerábamos e íbamos puliendo la pronunciación y la dicción. A esa primera experiencia siguieron La sirenita y Tarzán en los que se incorporaron elementos de video. Nos quedaron recuerdos a montones, la sensación de haber aprendido y varios bloopers que dan cuenta de que la risa no es incompatible con el aprendizaje.

Las voces de la ciudad

En 3er año de la ESC Carlos Pellegrini, uno de los primeros temas que nos toca tratar en el año es el de dar indicaciones en la calle. Se trabaja con mapas, se aprende a situar edificios públicos, a dar instrucciones, a enunciar prohibiciones y mensajes de bienvenida que son frecuentes en el espacio de la ciudad. 
Con los chicos y chicas de la mañana armamos un mapa interactivo en el cual tenían que crear en grupos una ciudad imaginaria. La primera parte fue la creación de la ciudad, su nombre, la disposición de sus calles, los nombres de las mismas, los monumentos y edificios públicos que allí se encuentran. Para ello, consultamos mapas para ver cómo era el trazado de algunas ciudades europeas, dónde se encontraban situados los edificios más importantes, etc.  Aquí podemos ver un ejemplo de una producción de esta primera etapa:

A partir de la creación de la ciudad imaginaria, nos propusimos generar una serie de mensajes de bienvenida a los distintos espacios públicos y también algunos mensajes de prohibiciones que uno puede escuchar frecuentemente en dichos espacios.
Los chicos escribieron los mensajes, practicamos la pronunciación y los grabamos. Finalmente montamos todo en la imagen del mapa, que se convirtió en un mapa interactivo de la ciudad. En esta página se pueden ver algunos ejemplos.

Siguiendo huellas

¡Hola! Muchos de los que me conocen y visitan este blog sabrán que soy profesor de francés en secundario y en terciario. También conocerán mi afición por las TICs y estarán al tanto de que estoy cursando la primera parte de la maestría en Tecnología Educativa en la Universidad de Buenos Aires.
Esta maestría, en lo que va del año, me produjo algunas crisis (tres hasta el momento) y probablemente produzca algunas más. Cada una de esas crisis fueron como sismos de esos que, sin producir heridas graves de ningún tipo, dejan todas las cosas tiradas, revueltas y nos hacen reflexionar sobre el modo en que vamos a reubicar y asegurar los estantes la próxima vez. Claro que, nunca volvemos a poner todo tal cual como estaba. Al igual que el desorden muchas veces invita a cambiar, a disponer el espacio de manera nueva, a idear un orden nuevo, en difinitiva, a innovar, estas crisis (maravillosas crisis) me dejaron sentado frente a la pregunta ¿y ahora cómo vamos a mejorar esto?
Este blog surge de la necesidad de generar un nuevo orden en las ideas, las reflexiones, las prácticas. Un espacio en el que me propongo registrar y compartir todas las huellas que dejaron (y seguirán dejando) las TICs en las distintas aulas que comparto con mis doscientos y pico de alumnos cada semana.
Los invito a seguir conmigo, lupa en mano, la pista de estas huellas digitales dejadas a lo largo del año para que juntos intercambiemos puntos de vista sobre este trabajo, la docencia, que tanto nos apasiona.