Dedicado a Ana R., cuya pregunta disparó esta reflexión, a Camila, Eugenia, Ramiro, Eric que me acompañaron en la inscripción y la organización de parte del proyecto y a todos mis alumnos de 5to 9ª
Un proyecto y un certamen
Estaba en deuda con este blog. Debía crear una entrada en la que hablara de lo que implicó la presentación en el Premio Internacional Educared de un trabajo que hicimos con los alumnos de quinto año cuya evaluación se desarrolla en estos momentos.
Por eso quería, como vengo haciendo, escribir como quien habla en voz alta y repasar la experiencia con el fin de tomar conciencia del alcance que tuvo, lo cual, en el momento, es a veces difícil de apreciar.
El proyecto caía en buen momento, porque era el comienzo del año y al seguir de cerca a la primera encuesta que hice entre mis alumnos sobre sus objetivos personales para con la materia y sus propias expectativas, me di cuenta de que nos permitía poner el acento en lo que ellos mismos reclamaban con más fuerza como necesidades de aprendizaje. En general la mayoría suele coincidir en aquellas aptitudes asociadas al uso del idioma en contextos reales y comunicativos : hablarlo y hacerse entender (algunos ansían o proyectan próximos viajes), mejorar un vocabulario que les parece insuficiente o demasiado general como para expresarse en situaciones concretas para poder chatear. Como las redes sociales vuelven el contacto con la gente a través de grupos de intereses comunes o con francoparlantes de otras partes del mundo algo mucho más accesible que en otros tiempos, la necesidad es tangible y estamos ya lejos de la pregunta que se hacía en mis años de joven colegial ¿para qué me puede servir el francés? Hoy, las posibilidades de uso son múltiples y están a la vista.
El Certamen Educared también caía en buen momento, porque era una excelente manera de ajustar nuestros tiempos, de ponernos un objetivo muy definido con una fecha de comienzo y de conclusión y sobre todo porque nos llevaba a dar lo mejor de nosotros para poder compartirlo con gente que estaba más allá de las puertas del aula, mucho más allá. La expectativa y la motivación crecieron más y el compromiso quedó plasmado en cada una de las etapas, en el producto final y en cada uno de los alumnos que participaron en los foros, colaboraron en la construcción de sus propios materiales desde los wikis y glosarios y, por último, aparecieron, todos sin excepción, en los videos finales.
Los pasos del trabajo están en su mayoría contados en un blog que creé para la ocasión así que me voy a limitar aquí a comentar el impacto que creo que tuvieron algunas de las actividades y los aspectos que para mí resultaron interesantes para la reflexión.
Luces y sombras de un proyecto con tecnologías
Si bien es sabido que los adolescentes conocen mucho sobre la tecnología que nos circunda, no es novedad que no por ello saben cómo usarla para aprender (¡y no tienen por qué saberlo, puesto que sus fines son otros!). Allí está nuestro trabajo: hacer que estas herramientas sirvan para aprender y desarrollar estrategias de aprendizaje que puedan ser aplicadas en nuevos contextos independientemente de la presencia del docente. Y tenemos que lograrlo sin hacer que pierdan el atractivo original que tenían para los alumnos en un primer momento. Difícil tarea, que implica algo más importante aún que el conocimiento tecnológico (que es, de por sí, importante), lo que requiere es tiempo para pensar y experimentar.
En esta cuestión de lo que los alumnos saben y no saben, tecnológicamente hablando, se da una especie de juego de luces y sombras. Por ejemplo, descubrí que Facebook, que en este proyecto usé combinado con un blog para la difusión de los trabajos era absolutamente conocido para los alumnos (en general, de otros cursos y colegios incluso) que se sentían a sus anchas siguiendo y comentando las informaciones parciales del avance del proyecto. Sin embargo, ante el anuncio de la utilización de los wikis, si bien todos conocían Wikipedia, no quedaba muy en claro qué se podía hacer con esa herramienta en el marco de nuestro proyecto. A la hora de implementar un glosario (de esos que trae Moodle) hubo sorpresa por el hecho de que estuviera vacío … y sí, se trataba de que ellos mismos lo fueran completando con las palabras que en el contexto del proyecto resultaban más significativas y necesarias y no de dar una lista de definiciones previamente hecha por mí de la cual a lo mejor solo un pequeño porcentaje era de utilidad.
Es verdad que, desde que trabajo con Moodle, el foro es el recurso al que más los alumnos se fueron adaptando, venciendo, aquel que tenía una duda, la timidez de poner una pregunta a la vista de todos o, para aquel que conocía una respuesta, hacer a un lado la sensación de que contestar en lugar del profesor era una “osadía” y de que ellos también tienen “la respuesta” para dar (suponiendo que ésta sea única, cosa dudosa en general) , lo cual constituye una instancia de gran enriquecimiento e intercambio. Esto que, obviamente es indiscutible en el ámbito de un blog personal o de la cuenta de Facebook, en los que todos participamos, comentamos, etc., cambia desde el momento que los usamos en el ámbito escolar y la reflexión y el intercambio de ideas se vuelven fundamentales para que los recursos funcionen y el proyecto no fracase.
Diría, en líneas muy generales, que allí donde fue más necesario insistir (pobres mis alumnos, yo sé que suelo ser “insistente”) y acompañar fue en el hecho de favorecer un pensamiento de tipo colaborativo. Aprender a aunar esfuerzos, a saber reconocer y combinar competencias diferentes dentro de un mismo grupo. Creo que allí estiba uno de los puntos más importantes del trabajo con las TIC en el aula o fuera de ella. Creo que, en ocasiones, lo que desequilibra más al alumno es el hecho de tener que romper con hábitos de estudio a los que están acostumbrados (aunque a veces no sean los mejores ni den los mejores resultados), y sí, a todos nos cuesta el cambio. Pero, en cualquier caso, se trata de un comienzo, poco a poco confío en que esas nuevas modalidades se irán agregando a las anteriores, puesto que no se trata de suplantar por completo, sino de combinar y de mejorar mediante esa combinación de estrategias.
La Evaluación
Un lugar común importante y que me parece que es el más difícil de vencer es el que se relaciona con la evaluación. En general, reina una suerte de representación de que “la evaluación” es sólo la normativa, la certificativa. La idea de que la nota debe emanar del profesor sigue siendo predominante en la representación de los alumnos y, lo más importante: parece que “evaluación” es solamente sinónimo de “nota”. Por supuesto que hubo instancias de evaluación en clase y que dichas evaluaciones llevan una nota (estamos dentro de una institución con sus normas), pero me pregunto cuántos piensan que el resultado de esa evaluación me sirve (nos sirve) para reorganizar las actividades, decidir qué se debe reforzar, o reorientar y cuántos piensan que esa “nota-evaluación” es para obtener una cifra que va al boletín y que, por así decirlo, signa destinos. Soy consciente de la complejidad de un tema que lleva años en el debate pedagógico y que no es mi objetivo tratar a la ligera en este espacio pensado más para compartir un proyecto y un trabajo puntuales. Simplemente doy cuenta de las reflexiones y las preguntas que me fueron dejando las experiencias por las que atravesamos tratando de apuntar a aquellas cosas que me parece que constituyen el verdadero espacio de trabajo con nuestros alumnos. Si bien lo tecnológico es importante, la reflexión pedagógica es absolutamente fundamental en estas cuestiones y los alumnos deben participar de los dos.
¿Qué nos dejó esta primera etapa?
Con respecto al proyecto en general, a los resultados que nos dejó ese 6 de junio cuando concluyó la etapa de producción, debo decir que mi satisfacción es inmensa. Los chicos cumplieron con los tiempos, trabajaron sin cejar a pesar de la gran cantidad de materias y en ningún momento (salvo los respiros que cualquier ser humano necesita y que estuvieron contemplados dentro de nuestro planning) fue cuestión de abandonar el objetivo que nos habíamos propuesto.
El proyecto, diría yo que tuvo un efecto, irradiante: organizamos, luego, un “festival” de cine al que invitamos a otros cursos y profesores para difundir nuestros trabajos en pantalla grande, hicimos con toda esa gente un “voto del público” para ver qué videos habían gustado más y obviamente el scoop (ya que estamos con los flashes informativos) fue enterarnos hace unas semanas de que estábamos entre los semifinalistas del Premio Internacional Educared. Mis alumnos y yo seguimos hablando hoy de las cosas que nos dejó el proyecto. Obviamente redefinió y reorientó algunos de nuestros objetivos y ya tenemos, por ejemplo, un laboratorio de pronunciación y entonación montado en la plataforma para mejorar ese aspecto durante la segunda parte del año.
La semana pasada, Ana Ricciuti, una alumna, me preguntó si yo estaba contento con el hecho de ser semifinalistas ( la pregunta me hizo pensar que tal vez no soy muy demostrativo: una autoreflexión que seguramente debo abordar) y mi respuesta fue que por supuesto era una gran alegría y que estaba tan expectante como ellos a las etapas que se vienen, pero que ya me consideraba feliz (fue el adjetivo que usé) el 6 de junio cuando se concluyó con el trabajo que debíamos presentar y se comprobó que la responsabilidad, la colaboración, la motivación y el aprendizaje efectivo son ideas que tienen que estar siempre presentes, que se pueden llevar adelante y que tenemos que defender si queremos verdaderamente una pedagogía que aspire a ser innovadora.
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